No puedo respirar....

Me estoy ahogando en un oscuro océano azul desde que descubrí tus ojos, desde que tu piel rozó la mía, desde que dijiste mi nombre y desde que temeroso miraste al techo. Intento nadar hacia la orilla pero me faltan las fuerzas y el oxígeno. Mis pulmones no funcionan si no les das aire y mi corazón no bombea si no lo impulsas. Estoy sentada en mi cama, a oscuras con el ordenador sobre mis piernas, intentando contener el llanto que me palpita en la garganta, cerrando los ojos para que mis lágrimas no salten al vacío. Pero no puedo. No, si tú no estás. Has hecho que otra vez vuelva a sentir que estoy sola sobre la faz de este inmenso planeta, que me envuelve tan fuerte que me aprieta. Soy tonta. Por lanzarme a ese océano sin salvavidas y por creer que podía conquistar sus aguas ahora me ahogo. No puedo respirar.


Mis manos pasean sin ganas por el teclado, soñando en secreto pasear por tu ser. Les gustaría acariciar tu rostro y sujetarte con delicadeza para que no te vayas, mientras te beso lentamente, muy despacio, saboreando cada milésima de segundo, sintiendo cada milímetro de tu boca, cada beso. Dibujar escenas sobre tu piel y jugar con tus dedos, con tu pelo….son tan ilusas como lo soy yo. Ilusas por soñar imposibles e ilusa yo por creer que podría sobrevivir a este naufragio. Respiro con dificultad intentando recordar aromas, lugares o momentos pero solo hallo vacío. El mismo que me consume por dentro, de a pocos, arrancándome al corazón a trocitos y pisoteándome el espíritu como si se tratase de un juego de niños. Un juego que duele y mucho. Y como sé que todo tratamiento precisa tiempo, voy dejando un poco de ti, de mi o de nosotros sobre este papel, para que con el paso de los días mi carga sea más liviana y mi dolor ya no duela hasta morir.

Desearía que esta noche me abrazases hasta que estuviese dormida y no volver a perderme en la inmensidad de mi cama. No tener que volver a escribirte cartas como esta.


Desearía que fueses tú mi cura y no la enfermedad.

OM 17.9