Recordando viejas historias

Hoy tengo uno de esos días melancólicos. Unos de esos días en los que se me da por mirar fotos, ordenar cajones o leer todo escrito que encuentro. Así me encontré, arrinconado en una carpeta de hace siglos(tanto como que es del 98), un texto. Lo leí y me hizo tanta gracia, que pensé en colgarlo aquí. El único inconveniente es que es una novela un poquito larga, así que pensé que sería mejor colgar un fragmento. Y aquí está...( sed benevolentes conmigo, que tenía unos 14 años o así)


Los cristales se empañaban. Fuera, la lluvia golpeaba con fuerza las pocas hojas que aún se sostenía, débiles y quebradizas, en las ramas de los árboles, esos árboles que tantas veces había observado y que ahora debía dejar atrás. A lo lejos, como bombas en una fiesta de barrio, los truenos resonaban sin compás, produciendo un eco confuso en el ambiente, que nada ayudaba a mis ya de por sí agitados nervios.Todo me decía , o más bien me gritaba, que el invierno estaba cerca y que era hora de mudarse otra vez. No lo podía soportar. Me sentía como una marioneta en manos de mis padres, sin poder pensar, guiada por unos hilos invisibles, que era incapaz de romper.Jamás había odiado tanto a los seres que me habían regalado la vida como lo hice esa noche. Pero sabía que debía obedecer. No había nada que hacer, era una decisión ya tomada y yo no tenía ni voz ni voto.

Mi historia comienza así. Tal vez otro día se me da por colgar el fragmento siguiente. No lo sé. Ya veré.